José R. Fernández, firme interprete de las ideas revolucionarias de Fidel

A los tres días del triunfo de la Revolución, José Ramón Fernández, después de regresar de la Isla de Pinos y detener al General Eulogio Cantillo, entregó toda responsabilidad y se fue para su casa. El 12 de enero, Fidel lo citó a su oficina junto a otros oficiales que estuvieron presos por causa de la conspiración contra Batista, iniciada en 1953.En la reunión, Fidel distribuyó algunos puestos y a Fernández le encargó la dirección de la Escuela de Cadetes. Él no contestó. Al finalizar el encuentro, le explicó a Fidel que él no tenía nada en contra de la Revolución, a la cual veía con simpatía y creía en sus proyectos de cambios para el país, pero que su movimiento había fracasado y él no se sentía con méritos, que quienes habían hecho la Revolución debían conducirla. Además dijo, ya tenía en la vida civil trabajo como administrador de un central.

¿Cuánto tú ganas en ese puesto?, le preguntó Fidel.

“Mil cien pesos mensuales”

Eso es mucho más de lo que yo puedo pagarte.  Fidel caminó de un lado a otro y agregó  ”Tú te vas a tu central, yo me dedico a escribir un libro sobra la Sierra Maestra y la Revolución que se vaya al carajo”

Fernández pensó unos instantes y respondió: “ ¿Adónde Usted quería que yo fuera?”

Así comenzó la relación directa de José Ramón Fernández con el proceso que siguió al 1 de enero de 1959. Era uno de los principales oficiales graduados existentes en Cuba en aquel entonces y tenía una limpia trayectoria, donde se señalaba su participación en la conspiración que el pueblo denominó “los puros”.

Fue una de las primeras personas que se enteró del desembarco de fuerzas mercenarias por la Ciénaga de Zapata. Sólo que a su conocimiento del hecho se unía la orden de partir hacia Matanzas.

El día del entierro de las víctimas del bombardeo, me llaman a la Escuela de Milicias y me dicen que cualquier cosa que sucediera, yo no iba a combatir, sino que continuaría preparando oficiales. No obstante, yo cambié la formación del centro, que era la unidad mejor preparada de Cuba en aquel momento y formé un batallón de combate con 900 hombres. A las dos de la madrugada, me llama Fidel a Managua y me dice que están desembarcando por la Ciénaga de Zapata, que me trasladara a Matanzas para que liquidara el desembarco, que él me avisaba a la escuela. Yo me demoré buscando los mapas de la región y Fidel volvió a llamar.

“¿Todavía no has salido?”, “Estoy vistiéndome”.

Cinco minutos después: ¿“Ya saliste?”, ”Estoy saliendo”.

  • ¿Qué sucede después de la llegada a Matanzas y en la jornada del día 17?

Cuando llegué a Matanzas varios alumnos estaban parando camiones en la carretera; les ordenaban entrar en la escuela y dejar todo lo que tenían, para utilizarlos como medio de transporte. Al pasar por Jovellanos, un oficial me detiene y yo me molesto porque llevaba prisa y era que Fidel estaba al teléfono. Me dijo que el puesto de mando estaría en la oficina del administrador del central Australia.

En los pueblos de los alrededores la vida continuaba normal. En Jagüey Grande si había un hervidero de gente, había espíritu de combate y conocimiento de la situación. Poco después de estar en Australia llegó el batallón 227 de Bolondrón. Estaban muy mal armados y sin preparación. Los mandé a tomar Palpite y no tuvieron éxito. Luego después llegó la Escuela de Milicias, que fue clave en la rapidez y en el éxito del aniquilamiento de la invasión. A las once de la mañana llegó la noticia que habían tomado Palpite y Soplillar. Cuando Fidel se enteró, me dijo: “Ya ganamos la guerra; si no se dieron cuenta de que tenían que defender a Palpite están perdidos”.

Poco después, comenzaron a llegar noticias del desarrollo de la guerra: un barco hundido, acciones de la aviación y Fidel me manda a tomar Playa Larga. Hacia allí mandamos a la Escuela de Milicias, sin cañones, sin tanques, ni aviones. La aviación del enemigo la atacó y causó 21 muertos y más de cincuenta heridos, cifra considerable para el batallón. Me informan que no se había tomado Playa Larga y en ese momento entra Fidel a Australia. Él nunca había querido que yo fuera al frente, pero en aquel instante me autorizó a hacerlo. Fui a recoger los mapas y él me dijo: “Te vas tú, pero los mapas se quedan aquí”.

Antes de salir llegaron varias unidades de artillería antiaérea y baterías.

Empezamos en Palpite con el apoyo de cinco tanques. Esa noche hicimos la preparación artillera sobre Playa Larga y a media noche atacamos. El combate fue duro en las condiciones nocturnas, tal vez fue el momento más duro de toda la lucha en Girón. Allí había un batallón enemigo que tiraba sobre la carretera y no podíamos desviarnos. Antes de oscurecer, Fidel se apareció en Palpite. Allí estaban cayendo los cañonazos enemigos y nosotros le decíamos que él no debía estar allí, pero esto a él lo disgustaba. Allí mandó al batallón 111 a que saliera a la Caleta del Rosario y se mandó una unidad a que tratara de rodear por el monte y saliera a Buenaventura. El enemigo fue avisado por su aviación de estas  acciones y antes que chocáramos con ellos, se retiraron de Playa Larga. Nosotros entramos allí en la mañana del dieciocho.

  • ¿Cómo evalúa Usted la participación de Fidel en el desarrollo de las acciones contra los mercenarios?

El papel de Fidel fue decisivo. Fue capaz de concebir el uso de la aviación; supo discernir que lo primero era atacar la flota de desembarco, cortar el posible suministro y aislar a los que estaban en tierra, decisión correcta pero no siempre fácil. Yo lo que esperaba era que la aviación nos defendiera contra los ataques de la fuerza aérea enemiga, pero los escasos aviones que teníamos no alcanzaban para las dos cosas.  La aviación adversaria nos atacó tanto que el último día, cerca de Girón, hubo que dar la orden ”Todo lo que vuele es enemigo. ¡Fuego!”. Porque hay que tener en cuenta que la aviación atacaba sobre carreteras  limpias. El único día que pudimos tener protección de nuestros aviones fue el 19.

En segundo lugar, Fidel acertó en el uso de las tropas de infantería, de artillería y de artillería antiaérea, correctamente ubicadas. También estuvo su concepción de atacar al enemigo desde todas las direcciones. Por otra parte, influyó con su presencia física: estuvo en San Blas, allí se montó en un tanque en la tarde del 19 y nadie lo pudo disuadir de que no avanzara hacia Girón. Aunque con disconformidad y disgusto de nuestra parte, todo ello servía de estímulo a la tropa, elevaba la moral.

  • En la nomenclatura de la CIA la invasión se denominó Operación Pluto. Desde el punto de vista militar, ¿estratégico, qué opinión tiene Usted de ese plan?

La estrategia del enemigo, aunque inicialmente hubiera parecido un error, yo digo que, de acuerdo con su mentalidad, con su pensamiento y con sus objetivos, el lugar estuvo muy bien seleccionado. Si fuera un enemigo revolucionario, esperando el apoyo del pueblo hubiera desembarcado por Varadero, Cárdenas o Matanzas. Pero independientemente de lo que les hacía creer la CIA, que jugaba en este caso un doble papel de decirle que todo era un paseo militar y al mismo tiempo tenía enormes reservas del posible apoyo que pudiera tener el desembarco mercenario, el sitio estuvo correcto. La Ciénaga de Zapata es un territorio lo suficientemente amplio, de tierra firme, separado del resto de la isla por una zona cenagosa e  inaccesible, sólo comunicada por dos carreteras. El objetivo de ellos era mantener tres días la cabeza de playa y trasladar al gobierno títere que tenían en la base de Opac Locka y solicitar la intervención de la OEA. Todos sabemos cómo son estas intervenciones: 50 mil soldados norteamericanos y un pelotón de 6 países, que por falta de espíritu, voluntad o presión se suman. El territorio tenía un aeropuerto, una zona franca y el enemigo lanzó los paracaidistas correctamente para tomar las vías de acceso y aislar el lugar.

  • ¿Qué evidencias existen de la participación directa de los Estados Unidos en la acción de la Brigada mercenaria 2506?

Todos tenemos pruebas de eso, aquí se derribaron aviones tripulados por norteamericanos, cuyos cadáveres estuvieron congelados  durante años hasta que fueron devueltos hace poco. Los propios libros publicados allá dan a conocer que en las últimas misiones de la aviación los pilotos mercenarios cubanos no quisieron venir. El presidente de Estados Unidos reconoció que era el responsable. Ellos mismos propagandizaron a los mercenarios, los reclutaron, los trasladaron a Guatemala, hicieron los campamentos, los entrenaron oficiales de su ejército  y de la CIA. Sus planes de invasión fueron aprobados por el Estado Mayor Conjunto y por el presidente de la nación. Los barcos donde vinieron tenían a norteamericanos a bordo y los alquilaron a ciudadanos de ese país. Los armaron y les regalaron millones en armas y salarios. Yo diría que la participación de los Estados Unidos está un poco más arriba de la nariz y es reconocida por ellos. Ellos la engendraron y ellos la abortaron.

  • Uno de los elementos relacionados con los sucesos de Girón fue la actuación de la retaguardia. ¿Qué papel desempeñó está en la obtención del triunfo?

En la retaguardia, llámense los pueblos de los alrededores, como Jagüey Grande y otros  -lo que hubiera sucedido con cualquier pueblo de la República- contribuyeron a incrementar el espíritu de lucha, ayudaron con alimentos, en el tratamiento a los heridos y sirvieron de base de apoyo segura a las fuerzas que combatían.  A su vez en las grandes ciudades, sobre todo en La Habana, los Comités de Defensa de la Revolución, el MININT y los revolucionarios todos fueron capaces de, sin injusticias, poner a buen recaudo, limitando su capacidad de movimiento, a todos aquellos que formaban parte de las redes de la CIA, numerosas en aquel momento y también de aquellos que por su actitud agresiva hacia la Revolución podían haber hecho algo en su contra. La retaguardia estuvo segura en lo inmediato, respaldada con el fervor y el espíritu revolucionario del pueblo y en la profundidad, sabiendo que se nos mantenía la paz, la seguridad ciudadana y de la Revolución.

  • En Palpite existe un cartel que recoge la estructura social de la Brigada mercenaria, integrada en su mayoría por latifundistas, ex propietarios de ingenios, de fincas, casa tenientes, entre otros. Años después se aprobó la Ley Helms-Burton. ¿Qué relación encuentra Usted entre los que impulsaron la invasión y los que promovieron la Ley?

La extrema derecha de los Estados Unidos están respaldando a los mismos perros con diferentes collares. Cuando Girón quería que recuperaran sus bienes mediante una invasión armada, ahora pretenden mediante la asfixia del pueblo  y de diferentes elementos de coerción, crear instrumentos legales que le permitan a esos mismos que fueron expulsados de aquí recuperar sus propiedades. Nuestro pueblo sabe lo que tiene y no puede haber ni invasión armada, ni Ley Helms-Berton que tenga la menor posibilidad de victoria.

  • ¿Qué significó Girón para el posterior desarrollo del proceso revolucionario?

Girón garantizó a los pueblos del mundo que pudieran hablar con una voz más alta, porque fue la primera vez que una empresa de su tamaño fuera derrotada en nuestro continente. Girón cerró una etapa y abrió otra de la agresión norteamericana contra Cuba. Fue la culminación de todo un período con radio Swan, los mercenarios, donde se demostró que por esa vía no era posible derrotar a la Revolución. Demostró a todos los cubanos que éramos capaces, con audacia y valor, de defendernos y triunfar y también demostró a los propios norteamericanos el espíritu de soberanía de nuestro pueblo, el que salió victorioso de esa empresa.

  • Existen dos nombres indisolubles de los sucesos de Girón, Fidel Castro y José Ramón Fernández. ¿Qué opinión le merece esta afirmación?

Yo creo en lo que se refiere a mí, cualquier distinción es inmerecida. Fidel fue el alma de la defensa de la Patria y ha sido el alma de esta Revolución. En lo demás pudiera haber decenas de hombres, cualquier mártir es más héroe y merece más ese nombre que los que estamos vivos, si alguna vez nos mencionan aceptamos ese honor como representantes de aquellos miles que lucharon allí y sobre todo como representante de los que cayeron heroicamente.

Entrevista concedida por José R. Fernández al periodista Noel Martínez, editor del sitio Web de Radio Reloj en el año 2001