En Cuba se vive por el béisbol. Foto: Radio Angulo

Los últimos años han sido un infierno para el béisbol cubano en materia de resultados. Ha sido un período de dolor, peligros, caídas y angustias; también de una lucha constante por no rendirse y arriar la bandera de la perseverancia, afortunado ingrediente natural en la capacidad de los que habitamos esta Isla.

Precisamente gracias a ese componente y por supuesto a las gotas de talento que aún perfuman nuestra esencia beisbolera, la selección que participó en la Liga Independiente Canadiense-Americana archivó la cifra de once victorias y nueve derrotas.

Horas después de concluida la gira Michel Laplante, presidente del torneo y uno de los principales valedores de la participación de los criollos afirmó entre otras objetivas indicaciones, que en los próximos meses viajaría a la Isla para estudiar con las autoridades pertinentes una nueva posible incursión en ese circuito.

En tiempos de tormentas, cualquier torneo que se divise en el horizonte es tímida tabla de salvación para el béisbol nacional, cuyo retroceso experimentado continúa dejando un tortuoso proceso de aridez competitiva.

Es cierto que el colectivo técnico probó a peloteros de proyección, que intentaron asumir las faenas encomendadas, sin embargo volvieron a aflorar algunas lagunas que son el pan de cada día en nuestra maltrecha serie nacional.

Lo desesperadamente preocupante es que en la selección que incursionó en la Liga Independiente Canadiense-Americana podrían estar los cimientos del equipo que defenderá los intereses patrios en el Cuarto Clásico Mundial el año que viene.

Para la tarea que se avecina, las potestades beisboleras cubanas deberán tener todas las alertas encendidas, no solo porque no acabamos de despejar los fantasmas de tanto infortunio, sino porque también el éxodo de talento, que sufrimos, es una fuente de constante debilitamiento.

Al béisbol cubano le toca una vez más asumir la realidad que le agobia y le obliga a resurgir. Nadie nos garantizará un retorno al paraíso de las victorias, nos toca reformarnos y ser alumnos de nuestra vieja escuela, esa que nos exige revitalizar nuestras esencias.

La misión cardinal no convendrá exclusivamente a la gloria, deberá ser evitar descarriarse en caminos que son fuente de constantes peligros y decepciones. Recordemos que la vía más cercana a la luz podría llegar recordando las crueles cicatrices del reciente pasado y el presente.

El béisbol nacional siempre tendrá licencia para soñar, siempre estará predestinado a escribir muchas páginas de encanto. Tiene el hambre y el deseo; la curación de sus recursos técnicos dependen de una lúcida fuerza de acción, desterrada de miedos y temores.